Monterrey, México.- La observación de aves es una de las prácticas por excelencia para establecer una conexión con la naturaleza, fomentar la educación ambiental y contribuir a la conservación de las distintas especies, además de ser una actividad estimulante que ayuda a tener niveles más bajos de ansiedad, estrés o depresión.
Investigaciones publicadas por el Journal of Environmental Psychology de la Universidad de Exeter en Inglaterra señalan que escuchar el canto de las aves contribuye a restaurar la atención y recuperarse del estrés, mientras que la observación ayuda a mantener al cerebro trabajando pues el avistamiento consiste en identificarlas, recordar colores, sonidos y comportamientos.
Panamá, y concretamente el Golfo de Chiriquí es una región famosa por la diversidad de aves endémicas y migrantes que es posible observar todo el año, aunque las temporadas más fructíferas son los meses de marzo a abril y de septiembre a noviembre, cuando es posible avistar a las colonias que se encuentran en su trayecto migratorio entre los hemisferios norte y sur.
Con más de 100 especies de aves que anidan o transitan por el archipiélago de Islas Secas como gaviotas, pelícanos, piqueros pardos o fragatas, la observación es una de las actividades estrella de este resort de lujo también conocido como el secreto mejor guardado de Centroamérica, que tiene como uno de sus pilares y objetivos la conservación de la naturaleza.
De la mano de expertos en conservación, los huéspedes de Islas Secas pueden aprender a identificar especies en una clase previa a los recorridos por los amplios jardines del resort, o en tours guiados por sus senderos. El avistamiento es una actividad especialmente valorada por los más pequeños, que pueden emprender excursiones especializadas en niños.
Por su ubicación privilegiada, Islas Secas es un sitio ideal para la observación de especies de mar afuera, es hogar de la segunda colonia más grande de fragatas en Panamá y cuenta con un programa de investigación para el estudio de estas aves. En momentos específicos del año, sus huéspedes están invitados a unirse a los expertos para contar aves en su nido y asistir en esta importante labor para el Golfo de Chiriquí.
“Una vez que la gente comienza a observar a las aves, se replantea todo su entorno”, asegura Beny Wilson, director de Conservación de Islas Secas y reconocido experto global en conservación. “Estamos expuestos a estos espectáculos de la naturaleza, pero hace falta que alguien nos guíe y encienda esa llama para poder apreciarlos”.
Islas Secas mantiene una colaboración con la Sociedad Audubón de Panamá, organización mundial sin fines de lucro que por más de 50 años se ha dedicado a promover el valor de las aves en la región y la conservación de sus hábitats. Mediante esta colaboración Islas Secas participa en el programa “Aulas Verdes” de educación ambiental, financiado por Fundación Islas Secas, que busca que las comunidades del Golfo del Chiriquí se introduzcan al mundo de la conservación de las aves.
“En Islas Secas hemos podido avistar especies espectaculares como el albatros cejinegro o de Campbell, originario de Nueva Zelanda, un animal majestuoso que no sería posible observar desde tierra firme”, comenta Wilson. El albatros de Campbell está dentro de la lista roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) desde el año 2000.
Ya sea mediante paseos matutinos en barco o en caminatas vespertinas por los senderos de la Isla y equipados con telescopios o binoculares especiales, no es poco común que los huéspedes de Islas Secas se enamoren de la observación de aves y la incorporen a sus actividades diarias durante su estancia.