Monterrey, México, UDEM.- Tener discapacidad intelectual no significa vivir una vida complicada, solamente que se va a vivir de una forma un poco diferente. Las personas que tiene alguna condición que dificulta su proceso de aprendizaje y el desarrollo de sus habilidades sociales pueden realizarse de una manera plena contando con las herramientas y el apoyo necesarios para lograrlo.
El Programa de Inclusión Social y Educativa (PISYE) de la Universidad de Monterrey fue creado hace más de 20 años con el objetivo de ayudar a personas que enfrentan los retos diarios de vivir con una discapacidad intelectual, y algunas de las piezas fundamentales de la iniciativa son las prácticas profesionales y la inclusión laboral de los graduados del diplomado de cuatro años.
“Con PISYE queremos promover el trato igualitario a las personas con discapacidad. Claro, tener una cultura de no discriminación es muy importante, pero también es importante que tengamos siempre muy presente que son personas como cualquiera otra, que la discapacidad no los define, entonces el trato que ellos deben recibir es el mismo”, explicó Gerardo Tamayo, coordinador de Inclusión Laboral PISYE.
“No promovemos la lástima, el ‘ay pobrecito; ayúdalo, tiene discapacidad’, no, aquí es: ‘sí, tiene discapacidad; tal vez necesita ayuda en esta área, pero también es una persona independiente’; esa es la línea que nosotros seguimos”, agregó Tamayo.
PISYE ha tenido mucho éxito con la preparación y presentación de chicos con discapacidad al mundo laboral, lo que ha resultado en decenas de ExaUDEM uniéndose a las filas de empresas en diferentes puestos, algunas de las cuales son las tiendas departamentales Del Sol, Home Depot, Plantario Alfa e incluso Kidzania.
“La inclusión de chicos con discapacidad ha sido muy interesante, pero también muy positivo. Sí fue un cambio en la dinámica y en las mentalidades. De hecho, hicimos una capacitación con el personal para compartirles más sobre el tema de la convivencia con los compañeros de PISYE.
“El proceso no fue complicado, más bien diferente, pero desde el principio el trato fue positivo pero sí hubo un poquito de miedo”, explicó Fabricio Fernández Ríos, es coordinador de Atención al Público del Planetario Alfa.
La inclusión laboral de jóvenes con discapacidad, ya sea como practicante o como empleado, no solo los beneficia a ellos en el fomento de responsabilidades y el desarrollo de habilidades sociales, sino que en la empresa que los alberga también se experimentan cambios positivos, como un alto nivel de lealtad y retención; se reducen costos de capacitación de nuevos empleados; se promueve la comunicación y el trabajo en equipo, además de que propicia un ambiente más ligero.
“En muchas ocasiones los clientes no detectan de forma inmediata la discapacidad del colaborador; sin embargo, cuando se dan cuenta son sensibles y pacientes con ellos. De hecho, en varias ocasiones los clientes nos han expresado su reconocimiento por trabajar en este proyecto y otorgar oportunidades a jóvenes con discapacidad”, expresó Enrique Marcos Zablah, director general del Grupo Comercial Control, casa de las tiendas Del Sol.
No obstante, los resultados más significativos son las mismas historias de los ExaUDEM que trabajan en alguna de estas empresas incluyentes, en las que ejercen la disciplina, tienen responsabilidades y desarrollan relaciones interpersonales, además de que les permite incrementar la confianza en sus capacidades.
“Estoy feliz (trabajando aquí. Me gusta todo de aquí”, compartió Aleyda Rivera Soto, guía en Planetario Alfa, en donde ayuda a los visitantes a la exhibición “Come bien, juega bien”.
“Me siento muy bien. Esta súper. Estoy muy agradecido con mis maestros y con mi jefe por darme la oportunidad de estar aquí, de abrirme puertas. Me divierto mucho estando aquí.”, dijo Rubén Gómez Silva, también guía en el museo interactivo.
“Lo que más me gusta hacer es cuidar de las personas con discapacidad y ahorita estamos ayudando a los niños del kínder para que se desarrollen mucho en las actividades que tenemos.. Me gusta estar como guía, pero también me gusta estar ayudando a las personas”, comentó Jannet Barrios Martínez.
“Me gusta trabajar en Planetario Alfa, me encanta porque aquí puedo tener muchos amigos y seguir adelante”, mencionó Diego León Reyes.
Por otra parte, los jóvenes que trabajan en Del Sol han podido desenvolverse en un ambiente que se adapta a sus personalidades a la perfección, lo que les ha permitido estar con la compañía durante varios años y lo que los ha convertido en un ejemplo de empleado modelo dentro de la organización.
“Aquí acomodo equipaje. He aprendido todos los códigos y los colores. Acomodo las cosas como deben ir. Gracias a Dios aquí me estoy enfocando más. He aprendido muchas cosas aquí desde que entré. Lo que más me gusta es estar en el departamento de Juguetería y de Equipaje. Tienes que enfocarte en el jale y ponerte al tiro”, expuso Mariano González Aragón Farías, quien en septiembre cumple 11 años en la tienda Del Sol ubicada en la calle Benito Juárez, esquina con Juan Ignacio Ramón, en el centro de la ciudad.
“Aquí surto, limpio y atiendo clientes. Les doy los buenos días y les entrego canastillas. Lo que más me gusta en Del Sol es que son buenas las personas, son muy atentos con las personas como yo. Mis compañeros son muy buena gente, es la mejor tienda“, expresó Jesús Martínez Cubos, a quien sus compañeros llaman Chuy o Chuyito, y que está cumpliendo una década en la sucursal de Padre Mier.
Su amigo Edgar Mendoza Márquez, que tiene 11 años en la tienda, también cuenta con una impecable actitud de servicio y que demuestra con los clientes a quienes les “ayuda con la mercancía y les llevo lo que necesitan, como cargar cosas pesadas”, y agregó que cuando estaba en PISYE él siempre era el que se aseguraba de que sus compañeros cumplieran con sus responsabilidades y que no se perdieran.
“Tenerlos ha sido una experiencia exitosa e inspiradora; son jóvenes con una actitud positiva, han demostrado ser altamente responsables y un ejemplo a seguir. Son los colaboradores más entregados a sus tareas”, añadió Marcos Zablah.
“No se debe de perder el objetivo del proyecto. No se debe de participar sólo por tenerlos y nada más, como un accesorio, y que no ocurra nada en ellos ni aquí. Debemos de recordar que los muchachos son capaces de adquirir habilidades y conocimiento para hacer las cosas por sí mismos. Conforme pasa el tiempo te das cuenta que son mucho más capaces de lo que uno cree”, indicó Fernández Ríos.
El proyecto de convertir empresas en lugares de trabajo inclusivos y promover su desarrollo contribuye a que paulatinamente se extinga el estigma y los prejuicios de que las personas con discapacidad deben ser tratadas con extremo cuidado, cuando en realidad son personas cuya condición no los define y, que al final, dependiendo de su perfil, pueden llegar a ser una pieza invaluable de su empresa.