Unos 5,3 millones de niños podrían padecer de hepatitis crónica entre 2020 y 2030 al dejar de ser vacunados
Naciones Unidas.- En el Día Mundial contra la Hepatitis, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) pidió a los países de la región que mantengan los servicios esenciales de prevención y tratamiento de esta enfermedad durante la pandemia de COVID-19 para no poner en riesgo los avances logrados hacia su eliminación.
“En plena pandemia, las hepatitis virales siguen enfermando y matando a miles de personas. Estos servicios, entre ellos la vacunación contra la hepatitis B, son esenciales y no pueden detenerse. La atención debe continuar de manera segura para todos los que la necesitan”, enfatizó en un comunicado la directora de la OPS, Carissa F. Etienne.
En el continente americano unos 3,9 millones de personas viven con hepatitis B crónica y 5,6 millones con hepatitis C. Según la Organización, la región ha tenido progresos sustantivos: se estima que 17 países ya han logrado eliminar la transmisión de madre a hijo y durante la primera infancia de la hepatitis B.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que todos los niños recién nacidos sean vacunados contra el tipo B y que reciban posteriormente dos dosis de refuerzo para estar protegidos de por vida.
“Con la vacunación universal, estamos creando nuevas generaciones libres de hepatitis B y dando un paso hacia la eliminación de las hepatitis como problema de salud pública”, explicó Etienne.
El peligro de la pandemia
Según un nuevo estudio de modelado realizado por el Imperial College de Londres en colaboración con la OMS, las interrupciones del programa de vacunación contra la hepatitis B debidas a la pandemia podrían tener un grave impacto en los esfuerzos para alcanzar los objetivos de la estrategia global.
En el peor de los casos, con altos niveles de interrupciones tanto de la dosis de nacimiento como de la inmunización infantil (en un 60% y 20% durante un año, respectivamente), así como un retraso y una recuperación lenta en la expansión de los programas de vacunación, podrían aparecer 5,3 millones de infecciones crónicas adicionales entre los niños nacidos entre 2020 y 2030 y, más adelante, 1 millón de muertes adicionales relacionadas con la hepatitis entre esos niños.
La OMS recalcó que las oportunidades perdidas ahora para prevenir nuevas infecciones tendrán un efecto duradero e impactante.
“Se han interrumpido los servicios de prevención, pruebas y tratamiento, se están interrumpiendo las cadenas de suministro, se están desviando recursos financieros y humanos limitados y el enfoque político se ha desplazado a contener la pandemia y la recuperación económica. Todo lo cual significa que existe un riesgo real de que podamos perder las ganancias que hemos logrado. Como muchas enfermedades, la hepatitis no es solo un problema de salud. Es una enorme carga social y económica”, subrayó el lunes el director de la OMS, Tedros Adhanom Gebreyesus.
Un Día Mundial para generar conciencia
El Día Mundial contra la Hepatitis se celebra cada 28 de julio para generar conciencia sobre las hepatitis víricas que inflaman el hígado y causan padecimientos como la cirrosis y el cáncer. El tema del día de este año, “Por un futuro sin hepatitis”, busca incidir en la prevención de la transmisión de la hepatitis B de las madres a sus recién nacidos.
La OPS explica que más del 90% de las nuevas infecciones crónicas de hepatitis B suceden por la transmisión de madre a hijo o entre los niños durante la primera infancia.
En la región, 31 países que representan más del 95% de la cohorte de recién nacidos (alrededor de 14 millones) recomiendan la vacunación universal al nacimiento, y todos los países y territorios de las Américas (51) vacunan contra la hepatitis B en sus programas de inmunización infantil de rutina, con una cobertura regional de vacunación superior al 80%.
Tras la introducción hace más de dos décadas de la vacuna, las Américas es actualmente la región del mundo con la prevalencia de infección crónica más baja. “El progreso alcanzado es ejemplar”, aseguró la directora de la OPS. Se estima que en 30 años la región logró reducir de 0,7% a menos de 0,1% la prevalencia de hepatitis B en niños menores de 5 años, un promedio que a nivel global hoy se ubica en 0,9%.
“Estos resultados no serían posibles sin el compromiso de los gobiernos, el personal de salud y las familias con la vacunación”, afirmó. Sin embargo, dijo, más esfuerzos deben realizarse en algunos países donde las tasas de vacunación de rutina han disminuido recientemente.
La prevalencia estimada de hepatitis B en la población general también es menor en América (0,7%) que el promedio mundial (4%). Mientras generaciones pasadas no pudieron beneficiarse de la vacunación infantil, los países ofrecen la vacunación contra la hepatitis B al personal de salud y otros grupos de riesgo.
No hay vacuna para la hepatitis C
Respecto a la hepatitis C, en la actualidad no existe ninguna vacuna aunque los antivíricos pueden curar a más del 95% de los infectados. Sin embargo, solo el 14% de las personas infectadas en América Latina y el Caribe son diagnosticadas y menos del 1% recibe el tratamiento debido a su elevado costo.
Algunos países de la región han accedido a los antivirales de acción directa (DAA) -que pueden curar la hepatitis C en tres meses o menos- a través del Fondo Estratégico de la OPS, un mecanismo que les permite tener acceso a este medicamento de calidad de manera asequible, pero pocos lo utilizan actualmente.
Hay cinco cepas principales del virus de la hepatitis: A, B, C, D y E. Las hepatitis B y C son la causa más común de muerte, con 1,3 millones de vidas perdidas cada año. En medio de la pandemia de COVID-19, la hepatitis viral continúa cobrando miles de vidas todos los días.