Este Primero de Mayo, es una ocasión para reflexionar sobre los enormes desafíos que nos esperan
Por Vinicius Pinheiro, Director de la OIT para América Latina y El Caribe
Monterrey, México/Agencia de Noticias 3er Sector, Opinión Invitada.- En 2021, el Día Internacional de los Trabajadores ofrece un panorama poco alentador para América Latina: en poco más de un año de pandemia hemos visto desaparecer 26 millones de empleos, según algunas estimaciones 2.7 millones de empresas han cerrado, y se registra un aumento de la pobreza y de las desigualdades.
En un año hemos retrocedido casi una década en indicadores importantes, como combate al trabajo infantil y participación de las mujeres en el mercado laboral.
Enfrentamos un futuro laboral incierto debido a la persistencia de la emergencia en la región. América Latina ha sido, hasta el momento, la región más golpeada del planeta en términos socioeconómicos. Y eso se debe, en especial, a condiciones preexistentes, como los altos niveles de informalidad y las brechas en los sistemas de protección social.
Cuando se declaró la emergencia fuimos testigos de lo que pasa cuando las personas necesitan trabajar cada día para comer, como suele ocurrir en la informalidad, o cuando viven en lugares donde el confinamiento es imposible. Fuimos testigos de lo que pasa cuando las personas necesitan cobertura de salud, pensiones, enfermedad, desempleo y no las tienen.
Este Primero de Mayo, es una ocasión para reflexionar sobre los enormes desafíos que nos esperan para curar las cicatrices y hacer frente al estrés post-traumático que persistirá en nuestras sociedades y economías, cuando los casos disminuyan y se vislumbre con más claridad las perspectivas de recuperación.
La OIT defiende medidas ambiciosas para una recuperación económica centrada en el empleo y en las personas.
Estas medidas deberían incluir, en primer lugar, el fortalecimiento de los sistemas de seguridad y salud. El lugar del trabajo nunca volverá a ser el mismo y la implementación de mecanismos adecuados para proteger, prevenir y mitigar riesgos ocupacionales, es clave para la reactivación económica segura y saludable.
En segundo lugar, es fundamental adaptar y ampliar la protección social. Las prestaciones sociales y auxilios han sido la primera línea de defensa para los que perdieron sus ingresos y han sido un importante motor para estimular la actividad económica.
En tercer lugar, hay que avanzar en la formalización laboral, brindar apoyo a empresas, en especial a las PYMES, así como incrementar la inversión en políticas de desarrollo productivo, y en el desarrollo de competencias que permitan una transición digital justa e inclusiva.
Finalmente, la pandemia no puede ser una excusa para sacrificar derechos laborales. Como mencionó el Director General de la OIT, Guy Ryder, el mundo del trabajo ya ha sacrificado mucho y nuestros valores de justicia social y los derechos fundamentales en el trabajo deben ser el pilar de la construcción de un futuro mejor.
La mejor manera de recorrer ese camino es juntos, con una estrategia de reconstrucción y reactivación del tejido social y económico del país construida a través del diálogo social tripartito - gobierno, empleadores y trabajadores.