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Semillatón, propuesta universitaria de apoyo social a la Sierra Tarahumara

Desarrollo
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Se colabora con albergues escolares para que los infantes rarámuri recuperen sus invernaderos

Ciudad de México, UNAM.- Por los resultados obtenidos mediante el proyecto Semillatón, en la Sierra Tarahumara, los etnobotánicos Edelmira Linares Mazari y Robert Bye Boettler, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, recibieron por tercera ocasión un donativo económico del festival gastronómico El Antojo de México, organizado por la empresa mexicana restaurantera Sanborns, para su financiamiento.

Los recursos económicos son administrados por Fundación UNAM y permitirán continuar con la labor que ambos universitarios realizan a partir de 2011 con los rarámuri, en la conservación de la biodiversidad de las milpas y el trabajo con los niños en el cultivo de sus alimentos, para que los menores mantengan el arraigo a la tierra, a su comida tradicional y a su cultura.

Edelmira Linares y Robert Bye recordaron en entrevista que el proyecto surgió en respuesta a la sequía en la Sierra Tarahumara y a solicitud de las comunidades, para remediar la escasez de semillas de maíces nativos de la región y conservarlos. “Fue un proyecto clave, y a partir de entonces continuamos con esta tarea, obteniendo recursos de diferentes fuentes, impartiendo conferencias y haciendo una labor de sensibilización”.

Linares Mazari dijo que con la aportación trabajarán con los niños en los albergues para la producción y consumo de sus alimentos, en beneficio de ellos y sus familias.

Señalaron que la pandemia generó una pausa al proyecto, pero ahora colaboran con los albergues escolares para que los infantes y jóvenes no pierdan el contacto con la tierra y continúen con el cultivo de verduras. “En esta ocasión se apoyará una granja hogar de niños rarámuri para que puedan recuperar sus invernaderos y seguir cultivando”.

“La labor de Edelmira Linares y Robert Bye en esa región comprende casi cuatro décadas, mientras que la creación y puesta en marcha del Semillatón, en 2011, acompañando a la Sierra Tarahumara es, sin duda, la cúspide del invaluable trabajo de acompañamiento que realizan con las comunidades rarámuri”, se indica en el boletín informativo de la Coordinación de la Investigación Científica, El faro.

Se detalla que los habitantes de la Sierra Tarahumara han padecido fases prolongadas de sequía, por lo que se han acostumbrado a practicar la agricultura en una zona con numerosas dificultades. Sin embargo, de 2010 a 2012 las sequías se extendieron excepcionalmente, por lo que después de varios ciclos sin poder cosechar corrían el riesgo de perder sus semillas nativas.

Entonces, rememoró Linares Mazari, “nuestros colaboradores rarámuri nos dijeron que no tenían mucha semilla, que no había llovido en 2010 por lo que perdieron la cosecha de ese año y solo disponían de semilla de maíz para 2011. Era una situación desesperada para ellos, nos pidieron ayuda para multiplicar la semilla y no perderla”.

En 2010 la gastronomía mexicana fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, y uno de los cuatro centros mexicanos de diversificación de maíz es la Sierra Tarahumara, cuyos habitantes han obtenido los mejores granos de ese cereal, el cual está adaptado a las condiciones ecológicas y culturales de la región para el cultivo de sus milpas. “Hubiera sido una tragedia que se perdieran las semillas nativas de esa zona por la sequía extrema que se vivía”, señaló.

La universitaria destacó el acercamiento con los chefs de la familia gastronómica de México, quienes aceptaron la responsabilidad de la designación de la comida tradicional mexicana como patrimonio inmaterial. Con el apoyo de “Alicia Gironella y Alejandro Borja se realizó una gran revolución en la familia gastronómica, en busca de los recursos para multiplicar las semillas”.

Resaltó que durante un año Alicia Gironella junto con chefs organizaron cenas, a fin de allegarse donativos. “Fuimos con nuestros colaboradores buscando las semillas y poco a poco se llenó el jarrito, conseguimos la semilla suficiente para sembrar 20 hectáreas en Ciudad Guerrero, cerca de la Sierra Tarahumara”.

Se contó con el apoyo del maestro en Ciencias Moisés García, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias en Chihuahua, y de otros colaboradores para la supervisión de la siembra, junto con un agricultor que prestó su terreno agrícola.

Aún con la escasez de lluvias, los universitarios obtuvieron más de 20 toneladas de maíz, semilla que se repartió con la asistencia de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, a campesinos de la región para que ellos, a su vez, las distribuyeran a otros. La gente pudo elegir entre las razas que logramos multiplicar como cristalino, amarillo, blanco, azul, apachito o rojo, indicó Edelmira Linares.

Robert Bye, a su vez, puntualizó que con este proceso se benefició a aproximadamente 500 familias quienes, en su mayoría, después de sembrar, repartieron parte de sus cosechas con sus vecinos. “Como académicos incorporamos nuestro proyecto dentro del sistema socioeconómico de la región”.

Mayores conocimientos

Cuando hubo maíz suficiente y comenzó la lluvia en la Sierra, “dimos un giro al Semillatón para brindar capacitación sobre cómo almacenar el maíz poscosecha para mantenerlo en buen estado; además, con base en las necesidades de los agricultores rarámuri y la colaboración de expertos y estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado se llevaron a cabo diversas actividades para mejoramiento de suelo y forma de cultivo, entre otras.

“Cada año se realizaban hasta cuatro talleres o los que nos solicitaban. A lo largo de estos 13 años del Semillatón hemos trabajado con comunidades, con campesinos y con la Universidad Tecnológica de la Tarahumara, entre otras, donde 50 por ciento de los alumnos son rarámuri y con quienes hemos colaborado en varios talleres”, prosiguió Robert Bye.

Además, los especialistas del IB han trabajado en el mejoramiento de los alimentos de la gastronomía rarámuri. “Cuando la gente llega a Creel, los turistas desean comer algo auténtico, por lo que hemos dado varios talleres de manejo de alimentos a los propios rarámuri, a hoteleros y restauranteros con el apoyo de la chef Ana Rosa Beltrán del Río, para que incluyan en sus platillos plantas de la milpa y que los propios nativos las siembren y puedan venderlas a esos sectores, además de dar a conocer los productos de la milpa rarámuri”.

Otro rubro en el que ha contribuido el Semillatón es en la producción de videos en español y en rarámuri para la preparación de platillos tradicionales basados en productos de sus milpas, atendiendo una solicitud de los rarámuri para que las nuevas generaciones aprecien estos alimentos. Algunos de los trabajos tienen amplia popularidad, con hasta 1.8 millones de vistas en YouTube; el público que los disfruta va más allá de los pobladores de la Sierra Tarahumara, señaló Bye Boettler.

Con el Semillatón, junto con la cooperación del proyecto Agrobiodiversidad mexicana de la Conabio, los universitarios promueven que los tarahumaras produzcan y preparen productos con base en maíz, frijol, calabaza, quelites, entre otros, para autoconsumo, así como para empacar y vender sus excedentes a las comunidades rarámuri urbanas, principalmente. El ciclo de cultivo dura de tres a cuatro meses; los campesinos rarámuri deben deshidratar sus alimentos para sobrevivir en el año, y eso para nosotros es clave porque es una forma de preservar sus alimentos.