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Reseñan aportación en salud pública de Hospital de Pobres en Nuevo León

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Monterrey, México.- El desarrollo de los servicios de salud pública en el estado, desde la época novohispana hasta los días actuales, incluso su vocación regional, tuvieron sus orígenes en lo que fue el Hospital de Pobres Nuestra Señora del Rosario de Monterrey, de acuerdo con el presbítero José Antonio Portillo Valadez.

El historiador eclesiástico y párroco de San Juan María Vianney encabezó la presentación del libro “Hospital de Pobres de Nuestra Señora del Rosario de Monterrey, 1793-1857”, organizada por el Departamento de Ciencias Sociales (DECS), este mediodía en la Universidad de Monterrey.

En el evento, realizado en el Auditorio 2, participaron además los historiadores Rocío González-Maíz Flores y Rodrigo Ledesma Gómez, profesor de la UDEM; moderados por José Roberto Mendirichaga, también maestro de esta casa de estudios.

El Hospital de Pobres operó en lo que hoy es la Casa del Campesino y Museo Estatal de Culturas Populares.

“Todo este mundo, monstruo de la salud, tuvo sus orígenes en este hospital, ahí tuvo su cuna, su infancia y quizá algo de su adolescencia”, apuntó.

Esta obra de salud pública, cuya construcción con capacidad para mil camas comenzó en el siglo XVIII, atendía a todo el noreste novohispano mexicano.

En aquel entonces, el obispo compró la casa y la adecuó, la amplió e instaló con todos los servicios de salas, enfermerías, botica, lavandería y cocina.

“Desde aquel tiempo, los hospitales funcionaron como regionales; acudía gente de diferentes lugares de lo que era la Nueva España”, sostuvo.

Las condiciones en las que se encontraba la población en materia de higiene, de salud, “era realmente de miseria”, expuso el sacerdote, porque había carencia de cuidados y previsiones.

“La atención era integral en este hospital intitulado ‘de pobres’; no se descartaban a quienes pudieran pagar medicamento, atención, hospitalización, pero los pobres no pagaban un cinco”, destacó.

El último de los obispos que estuvo al frente del hospital, “ante la falta de recursos, ante la situación de un liberalismo mal entendido”, se vio obligado a cerrar sus puertas.

Fue al doctor José Eleuterio González, “Gonzalitos”, –quien trabajó a lo largo de 19 años en este hospital– a quien más le pudo el cierre, incluso ya había instalado una Cátedra.