Por Carmen Báez /Agencia Informativa Conacyt
Ciudad de México. En los últimos años, el concepto de huella hídrica se ha ido adaptado progresivamente como un nuevo campo de investigación interdisciplinario que ayuda a hacer uso del recurso líquido vital de forma más sostenible.
En 2002, el doctor Arjen Hoekstra, profesor en la gestión del Agua en la Universidad de Twente, Países Bajos, introdujo el término de huella hídrica al desarrollar un indicador del impacto del consumo humano de agua dulce, basado en un concepto denominado agua virtual, volumen total de agua utilizada directa e indirectamente para la elaboración de un producto o servicio.
Su interés por desarrollar este indicador parte de la observación de alarmantes signos de contaminación y escasez de agua en todo el mundo y del reconocimiento de que dicho impacto puede relacionarse con el comercio internacional de bienes y servicios.
Respecto a ello, Rita Vázquez del Mercado, coordinadora de Desarrollo Profesional e Institucional del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), explica que la huella hídrica permite visualizar el uso “oculto” del agua a lo largo de toda la cadena productiva y ayuda a identificar cómo, dónde y cuándo el consumo de bienes en un lugar impacta los recursos hídricos de otro lugar, ampliando así la comprensión de la problemática hídrica y de sus alternativas de solución.
En resumen, señala, la huella hídrica es un indicador de la apropiación humana de agua dulce, que ayuda a comprender mejor la escasez y la contaminación del recurso líquido en muchos lugares, así como su relación con el consumo de bienes y con el comercio internacional, convirtiéndose en una herramienta cada vez más utilizada en distintas latitudes para mejorar la gestión integrada de los recursos hídricos.
El indicador de huella hídrica, refiere Rita Vázquez, podría ayudar a desarrollar estrategias para incrementar la seguridad hídrica e impulsar un uso más eficiente y sostenible del agua. Debería tomarse en cuenta en las políticas públicas: hídricas, ambientales, agrícolas, económicas, comerciales, fiscales, energéticas, educativas, por mencionar algunas.
“Lo primero que ocurre cuando uno conoce la huella hídrica es asombro, al saber, por ejemplo, que para producir una taza de 125 mililitros de café, se utilizaron 140 litros de agua; para un vaso de jugo de naranja, 200 litros; para un vaso de leche, 255 litros, o para un kilogramo de carne, 15 mil 400 litros de agua (cifras promedio mundial). Pero en realidad, la cuantificación de la huella hídrica no es tan importante como el análisis de su sostenibilidad: ¿ese volumen de agua se empleó en zonas con estrés hídrico?, ¿cómo impactó la calidad del agua?, ¿ocasionó daños al ambiente?, ¿se exportó a otras naciones?”, resalta Rita Vázquez del Mercado.
Agrega que los consumidores rara vez tienen información respecto a de dónde viene lo que compran y al impacto que ocasiona en los recursos hídricos. Por ejemplo, ¿qué impacto genera el consumo de plátanos en Estados Unidos en los recursos hídricos de Centroamérica?
“En Panamá hay grandes extensiones de compañías norteamericanas que exportan plátanos principalmente a Nueva York, pero los producen en condiciones no sostenibles y generan una gran contaminación de agua. Los consumidores de esa fruta en Nueva York seguramente desconocen esas circunstancias”, ejemplifica.
Y en México, ¿cuál es el impacto de la huella hídrica?
De acuerdo con estudios realizados por Hoekstra y por la Water Footprint Network, México es el octavo país con mayor huella hídrica en el mundo y el segundo importador neto de agua virtual, solo después de Japón, tanto por comercio agrícola como pecuario e industrial, y es que el país depende en 42 por ciento de la producción de otras naciones, principalmente de Estados Unidos, Canadá y China.
A este punto, Rita Vázquez señala que México importa más agua de la que exporta, y aunque parecía ser benéfico en cuanto al ahorro del recurso hídrico, representa mayor dependencia de otros países.
“Muchas de las cosas que consumimos fueron producidas con agua de otros países. Se podría pensar que esto es bueno porque para México representa un 'ahorro' de agua, pero el asunto no es tan sencillo, hay que hacer un análisis más profundo y evaluar la sostenibilidad de la huella hídrica externa. Este punto se hace mucho más evidente ahora que el Tratado de Libre Comercio está en tela de juicio. No es conveniente depender de manera tan importante de las importaciones de un solo país, especialmente si su producción no es sostenible. Necesitamos mayor diversificación”, explica.
Huella hídrica del mexicano
A nivel global, alrededor de cuatro por ciento de la huella hídrica de la población mundial se relaciona con el uso del agua en el hogar, el resto es invisible a los ojos de los usuarios, pero ocupa 96 por ciento del consumo total de agua, señala Arjen Hoekstra en su artículo The Water Footprint: The Relation Between Human Consumption and Water Use.
¿Cuál es tu impacto de huella hídrica?
La Water Footprint Network pone a disposición una herramienta para calcular la huella hídrica personal.
En un contexto local, el artículo "Huella hídrica, ¡usas más agua de la que ves!" indica que el consumo de agua promedio de un mexicano equivale a mil 978 metros cúbicos por año, mientras que el promedio mundial es de mil 385. Cinco por ciento de ella se utiliza en las actividades diarias, como preparación de los alimentos, en limpieza personal y del hogar. El otro 95 por ciento representa el consumo indirecto, que involucra hábitos alimenticios, patrones de consumo y estilos de vida. Tales proporciones se obtienen de la suma de productos, bienes y servicios que utiliza un individuo. “Nuestra huella hídrica per cápita es 43 por ciento mayor al promedio mundial”, señala la maestra Rita Vázquez.
Para reducir el impacto de consumo de agua a nivel personal, Rita Vázquez del Mercado sugiere repensar un cambio en la dieta: alimentos de origen animal demandan importantes cantidades de agua, especialmente las carnes rojas, que requieren en promedio 15 mil litros por kilo. “Para que una res sea sacrificada tienen que pasar varios años, en los que necesita alimentarse de alfalfa, granos, forraje y demás que requieren una cantidad de agua muy importante durante varios años”. Por otro lado, exhorta a reducir el consumo excesivo e innecesario de bienes y productos.
“Cuantas más cosas consumimos y desperdiciamos, más agua empleamos. Si compramos unos zapatos o un vestido, que usaremos solo unas cuantas veces, habremos desperdiciado agua; si dejamos echar a perder una gran cantidad de comida, estaremos desperdiciando agua. En realidad, el consumismo conlleva un verdadero derroche de agua. Cuanto más reduzcamos nuestro consumo de cosas innecesarias y el desperdicio de alimentos, más agua estaremos ahorrando para otros usos”, resalta Rita Vázquez.
Estudios de huella hídrica en México
El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua es pionero en el estudio de la huella hídrica. Actualmente forma parte de la Alianza de Investigación de la Red de la Huella Hídrica, iniciativa del doctor Arjen Hoekstra, en la que participan más de 100 instituciones de todo el mundo.
A principios de este año, el IMTA publicó el libro Huella hídrica en México: análisis y perspectivas que reúne una serie de estudios de caso que describen cómo diversos sectores pueden reducir su impacto ambiental mediante el análisis de la sostenibilidad de su huella hídrica.
“La huella hídrica se puede utilizar para crear conciencia en la población; para analizar el balance nacional de comercio de agua virtual y su sostenibilidad; para planificar y mejorar la gestión por cuencas; para estudiar y reducir la huella hídrica de un producto en particular, por ejemplo, el tequila, el café mexicano o el maíz y comparar su huella hídrica con la de otros países. Por otro lado, es un indicador que nos ayuda a entender desde otra óptica la problemática hídrica y su interrelación con la economía, la toma de decisiones informadas y el desarrollo de políticas públicas”, concluyó.