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"La verdad no lo hizo libre: ¡lo mató!", deplora la hija de Luis Martín Sánchez

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El velorio del corresponsal de La Jornada se realizó en su vivienda con decenas de personas

Por Gustavo Castillo García y Rolando Medrano, Enviados La Jornada

San Miguel, Acaponeta, Nay., "A mi padre la verdad no lo hizo libre, ¡la verdad lo mató!, porque él no se fue, ¡se lo llevaron!, y si él no tuvo miedo, nosotros tampoco. Se va a hacer justicia aquí en la tierra como en el cielo", afirmó la hija de Luis Martín Sánchez Íñiguez durante el sepelio del corresponsal de La Jornada.

Decenas de familiares y personas de esta comunidad acompañaron los restos del periodista.

Muchos de los amigos y vecinos de Luis Martín, campesinos de la localidad, ayudaron durante toda la noche y parte del día a servir café, ofrecer pan, llevaron alimentos y participaron en su distribución entre los asistentes al funeral que se realizó en San Miguel.

Esta población, localizada a 19 kilómetros de Acaponeta y a 120 kilómetros de la capital, está habitada por aproximadamente 700 personas, cuya escolaridad en promedio es de primero de secundaria y muchos de sus pobladores, además de realizar labores agrícolas, viven de los recursos que envían familiares que migran a Estados Unidos.

La mayoría de las calles son de terracería. Aquí todos se conocen y durante el funeral los pobladores rememoraron anécdotas vividas, sobre todo los fines de semana, con el comunicador.

La vivienda de Luis Martín fue construida con ladrillo, en una sola planta; el piso está recubierto de loseta. La casa cuenta con dos recámaras, sala-comedor, una cocina y un patio trasero.

Este domingo se llenó de familiares y amigos para despedirlo; frente a la casa, sobre la terracería, se colocó una lona y debajo, unas 50 sillas de plástico.

Para calmar la sed de los asistentes hubo dos vitroleros con agua de jamaica y nanche. La temperatura pasadas las 10 de la mañana era de 39 grados con sensación térmica de 42.

Así, mientras se repetían las condolencias a la familia, también se mencionaban una y otra vez frases como "que haya justicia y se aclare quién hizo esto" y "¿quién ordenó su asesinato?, que las autoridades lo aclaren".

A los servicios funerarios que se realizaron en la humilde vivienda llegaron pocos arreglos florales. Ninguno provino de instituciones gubernamentales u organizaciones de periodistas.

En parte, justificaban los familiares de Luis Martín, porque se decidió que fuera velado en su casa, cerca de Acaponeta, sin mucha difusión.

A las cuatro de la tarde se efectuó una misa de cuerpo presente.

Posteriormente, como se estila en las comunidades rurales, los familiares y amigos del periodista acompañaron el féretro durante el recorrido que se llevó a cabo de la capilla del pueblo al cementerio de la localidad.

Durante el sepelio, la hija del colaborador de La Jornada, quien fue privado de la libertad la noche del pasado 5 de julio y asesinado por sus captores, dio el siguiente mensaje:

“Tú nos demostraste que nosotros somos más que lo tangible. Tú vives en cada persona en la que dejaste huella. Tú habitas en lo etéreo, en lo eterno.

“Tu amor hacia nosotros va mucho más allá de lo que se pueda palpar. Va mucho más allá de lo que alguien puede entender, trasciende mundos, espacios y tiempos.

“Siempre nos lo dijiste, y hoy lo confirmo: siempre estás con nosotros y así seguirá siendo.

"Gracias a todos por estar con nosotros, por el amor y el respeto que le ofrecen a mi papá y les pido por favor un minuto de aplausos por la labor de más de 30 años de ejercicio periodístico".

Luis Martín Sánchez colaboró con La Jornada los últimos dos años como corresponsal; fue asesinado en Tepic.

Analizará la fiscalía de Nayarit material periodístico de al menos 10 años del corresponsal

El gobierno federal y la Fiscalía General de Justicia de Nayarit analizarán la información periodística que publicó durante al menos 10 años el corresponsal de La Jornada Luis Martín Sánchez Íñiguez, y también los datos de mensajería y llamadas entrantes y salientes que se registraron en su equipo de telefonía móvil, para tratar de establecer con quiénes tuvo contacto antes de ser asesinado, reveló el fiscal estatal Petronilo Díaz Ponce Medrano.

Reiteró que “el ejercicio periodístico es una de las principales líneas de investigación que se tienen en este caso y estamos en ese análisis.

"Ya se solicitó a las empresas de telefonía móvil los datos conservados; es decir, lo que en el argot ministerial se conoce como sábana de llamadas y mensajes, a fin de ir agotando algunas de las líneas de investigación y con ello ir construyendo lo que se consideraran datos de prueba en el expediente".

Asimismo, adelantó que ayer “dentro de los actos de investigación junto con la Guardia Nacional y elementos de la Coordinación Nacional Antisecuestro (Conase) se pusieron en marcha actuaciones ministeriales para dar con el paradero del periodista Osiris Maldonado de la Paz (quien fue privado de la libertad el pasado 7 de julio en la zona conocida como El Armadillo, donde vivía el corresponsal de La Jornada)”.

Estas actuaciones, dijo, también pretenden obtener "mayor elementos de prueba en el caso de Luis Martín". Agregó que "no hay evidencias de que haya sido sacado con violencia de su casa. No hay escalamiento de paredes ni forzamiento de cerraduras. Su domicilio se encontraba en relativo orden. En este caso fue la esposa del periodista quien presentó la denuncia".

Al ser consultado en torno a las versiones que han surgido respecto de la posibilidad de que tanto el corresponsal como el periodista Jonathan Lora Ramírez fueron privados de la libertad en la misma zona y lo sucedido fue cometido por un solo grupo delictivo, respondió: "Martín tenía un domicilio cerca de El Armadillo, eso es parte de los datos que estamos analizando para sacar una conclusión".

Díaz Ponce Medrano refirió que hasta el momento no puede aseverar que tanto el homicidio como la privación de la libertad de Maldonado (localizado ayer con vida) y lo sucedido con Jonathan Lora (liberado el sábado) haya sido obra de algún grupo del crimen organizado, "necesitamos realizar algunas búsquedas y entrevistas".

El funcionario mencionó que las primeras indagatorias no han arrojado datos que permitan establecer que en algún momento los tres periodistas secuestrados hubieran sido reunidos por sus captores.

Explicó que las autoridades están “construyendo la línea de tiempo de cada uno, a efecto de analizar, de manera cuidadosa, las actividades en las que participaron. Esto se hará en un periodo que abarque un buen número de años, por lo menos 10, para ver con quién se relacionaron y tener evidencia que pudiera arrojar algunas conclusiones.

"Tenemos varios datos e información suelta. Pero en este momento, de manera coordinada y con el apoyo decidido de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, estamos armando el rompecabezas para dar a la opinión pública una teoría del caso"

La falta de mensajes a sus celulares alertó a familia de Luis Martín Sánchez

La mañana del miércoles 5 de julio Luis Martín Sánchez Íñiguez, corresponsal de La Jornada, envió a su familia mensajes con frases motivacionales, como era su costumbre.

Los días que él reporteaba en Tepic se reportaba sin falta con sus hijos enviando los mensajes y había ocasiones en que podía escribirles también por la tarde.

Tres de los últimos mensajes matutinos a su familia fueron: "Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. Nicolás Maquiavelo", "No escuchen lo que dicen, observen lo que hacen", "Lo que somos hoy proviene de nuestros pensamientos de ayer, y nuestros pensamientos actuales construyen nuestra vida de mañana. Nuestra vida es la creación de nuestra mente".

Pero con su esposa no, con ella lo hacía de manera inalterable. Todos los días y sin omisión le informaba qué haría, si debía acudir a algún lugar le reportaba dónde estaba o se dirigía. Lo mismo hacía al terminar el día.

La noche del miércoles ya no se comunicó. La mañana del jueves los integrantes de su familia se preguntaron unos a otros si Luis Martín les había mandado mensajes. Todos coincidieron: nada.

Su hija le escribió un “mensaje que era para calmar nuestra inquietud, pero también una manera de alerta: ‘¿todo bien?’” No hubo respuesta.

Entonces comenzó la incertidumbre y la familia empezó a preguntar a los conocidos de Luis Martín si sabían algo de él.

Luego fueron a la casa que habitaba el corresponsal de La Jornada en la comunidad de El Armadillo. Una vivienda de dos niveles, con dos recámaras. Uno de los espacios era su dormitorio y el otro lo ocupaba como oficina.

Luis Martín y su esposa acordaron que ninguno movería las cosas del otro.

En lo que era la oficina había dos cosas de la esposa de Luis Martín: un cargador para celular y una chamarra. Todo lo demás eran materiales del periodista.

La cena

De acuerdo con información que se hizo del conocimiento de la Fiscalía General de Justicia de Nayarit (FGJN), cuando la familia fue a revisar la casa, sobre la mesa del comedor encontraron un vaso vacío y un plato con un sándwich intacto.

Luis Martín acostumbraba cenar dos tortas o dos sándwiches y los acompañaba con agua.

Localizaron el pantalón que vestía el miércoles, cuando partió de su domicilio en la comunidad de San Miguel, y viajó en camión a Tepic, ubicado a casi 100 kilómetros de la capital nayarita.

Durante la revisión que hizo la familia detectó que el cargador no estaba y la chamarra fue descolgada y aventada en la otra recámara.

La cartera de Luis Martín estaba intacta sobre un mueble. Sólo faltaba el gafete que lo identificaba como reportero de La Jornada.

El teléfono, según los registros de los celulares de su familia, tuvo su última conexión alrededor de las 20:50 horas del miércoles.

En la recámara que servía de oficina no se encontró su computadora ni el celular. Pero sí llamó la atención que una silla estaba colocada contra un estante. En la parte superior de ese mueble Luis Martín tenía una caja con discos duros con la información que durante mucho tiempo había obtenido. La caja tampoco fue encontrada.

El viernes 7, la familia del periodista asesinado acudió a la FGJN a presentar la denuncia por desaparición, y se activaron los protocolos de alertamiento y búsqueda.

De acuerdo con información del fiscal Petronilo Díaz Ponce Medrano, los peritajes iniciales refieren que el domicilio no fue allanado, ni las cerraduras forzadas ni se encontró que se hubiera ingresado escalando las paredes del inmueble.

Entre las versiones recabadas por las autoridades, surgió la información que refiere que afuera del domicilio se estacionó una camioneta con varios hombres y allí pasó más de media hora.

Las líneas de investigación incluyen la posibilidad de que Martín, quien presuntamente vestía un short el miércoles, suspendió su cena, le abrió la puerta a alguien conocido y luego fue sacado por sus agresores.

La falta del cargador, la chamarra aventada y la desaparición del gafete de La Jornada han sido interpretados como hechos para dar indicios de lo que sucedió esa noche.

Luis Martín dijo en alguna ocasión a su familia que si algo le sucedía era por todo lo que investigaba, que si llegaba a desaparecer y les llamaban, no respondieran. Que quienes lo atacaron no obtendrían nada de él. "Que no nos metiéramos, porque sólo él conocía sus cosas, y nadie las tocaba".

Desde hace cinco años, Luis Martín pidió a su familia que su lápida tuviera como epitafio: "Nunca perseguí la gloria".

El cuerpo del periodista fue hallado sin vida en la comunidad del Ahuacate, una zona rural del municipio de Tepic.

Los peritajes refieren que su muerte se debió a un choque hipovolémico provocado por una gran cantidad de golpes en el tórax.

El reportero pidió hace años que el epitafio de su lápida sea: nunca perseguí la gloria. Foto La Jornada
El reportero pidió hace años que el epitafio de su lápida sea: nunca perseguí la gloria. Foto La Jornada