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Mié, May
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Ignorancia que arrebata

Inclusión Social
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Por Emanuel Suárez

Monterrey, México, Hora Cero.- Jorge Gallardo y Tania Saldívar no son un matrimonio común: los residentes del municipio de Apodaca viven desde niños con discapacidad auditiva y de lenguaje que, en la práctica, no resulta ser más que una etiqueta, pues ambos logran desenvolverse con facilidad e independencia.

Pero la vida de este par no ha sido del todo sencilla, ya que desde pequeños tuvieron que lidiar, por separado, con las limitaciones impuestas por la sociedad más que las propias de su condición física.

En 2014 la pareja se conoció en un convivio en Monterrey y un año y medio más tarde decidieron unir sus vidas en matrimonio. El mundo parecía sonreírles, especialmente cuando decidieron convertirse en padres.

En 2018 nació el primogénito de la pareja y con él la ilusión de una familia llena de amor; sin embargo, tan solo 40 días después del nacimiento la felicidad se convirtió en martirio y los días en un viacrucis espinoso que aún no cesa.

Y es que, apenas terminó la cuarentena post natal, la abuela materna del infante resolvió arrebatarlo de sus brazos al asegurar que “no podrían cuidarlo por su discapacidad”, según acusó Griselda Negrete, la abuela paterna del menor.

“Un mes antes de dar al luz, mi nuera quiso irse a quedar con su mamá. Es entendible, es el primer hijo y buscas el apoyo de la familia, hasta ahí todo bien, pero cuando termina la cuarentena, Tania (la nuera) le dice a su mamá que ya se va a regresar a su casa, pero ahí la señora le quita al niño y le dice que se lo va a quedar.

“Nosotros justo ese día habíamos ido a conocer al bebé y ya no lo pudimos ver porque se lo llevaron a una parte de atrás. Por más que intentamos que nos lo dieran, no nos lo devolvieron”, aseguró la madre de Jorge, originarios de Ciudad Mante, Tamaulipas.

Inmediatamente, tras los hechos, la mujer presentó una denuncia penal por sustracción de menores contra la abuela materna, pues el pequeño ya estaba registrado con los apellidos de sus padres.

En contraataque, la mujer, de quien se prefiere omitir el nombre, presentó una demanda civil contra Jorge y Tania por su aparente incapacidad para cuidar al bebé, misma que un juez resolvió a favor de la denunciante.

“Cuando ve que yo meto mi demanda, ella mete una demanda civil por incapaces”, mencionó doña Griselda.

El fallo llegó como una bofetada de discriminación para los padres primerizos, a quienes ni siquiera se les dio la posibilidad de comprobar que sí podían hacerse cargo del pequeño.

Durante años, desde que fueron niños, tanto a Jorge como a Tania, se les cerraron muchas puertas por su condición, pero más allá de victimizarse, se comprometían a esforzarse el doble para demostrar que eran capaces.

La injusticia había sido una constante en sus vidas, pero nunca imaginaron que la mayor discriminación la recibirían de parte de las propias autoridades que, en teoría, deberían de ser los garantes de la justicia.

Han pasado cuatro años desde que la pareja comenzó la batalla legal para recuperar a su retoño y hasta el día de hoy los frutos se han reducido a rutinarias visitas de horas en una casa de convivencia.

Al salir de ahí, el golpe de realidad los agobia: una vez más tuvieron a su mayor tesoro en sus brazos, pero regresaron a casa sin él.

“Al niño lo ven, pero solo en visitas en una casa de convivencia en donde la mujer lo lleva y ahí podemos convivir con él”, mencionó doña Griselda.

El desgaste por la custodia del menor no ha sido solo emocional también ha afectado la salud y rutina de la pareja. Jorge, por ejemplo, abandonó su trabajo anterior por tener que asistir a una infinidad de audiencias.

“Tania está enfocada al tema legal, ya no trabaja porque perdió la vista por glaucoma. Y mi hijo en su momento también perdió su trabajo formal porque tenía que estar acudiendo a las audiencias a cada rato. Ahorita tiene poco más de un mes y medio que regresó a trabajar.

“Pero mi hijo y mi nuera son gente muy trabajadora, tal vez no viven en la abundancia y lujo, pero para comer claro que tienen y luchan por ello”, especificó la entrevistada.

En diciembre del años pasado un rayo de esperanza se vislumbró en el panorama desolador de la familia Gallardo Saldívar: un Juez Federal que la guardia y custodia se les regresara a los padres verdaderos.

La instrucción del Magistrado fue que el menor regresara paulatinamente con con Jorge y Tania para ir acostumbrándose a su nuevo hogar.

Sin embargo, a nueve meses de haber ganado el amparo, la abuela materna siguen sin respetar la resolución del expediente 211/2019. Lo anterior, ante el “cobijo” del Juez Primero de lo Familiar del Tercer Distrito Judicial de Nuevo Léon, Fidel Santos Aguillón Guerra.

“Es fecho que no nos lo han devuelto, la señora inventa muchas cosas para no acudir a los días de convivencia y el Juez no hace nada para exigírselo. No sabemos por qué no ha hecho nada, a pesar de que está incumpliendo con la orden y no se presenta”, dijo la abuela paterna.

Doña Griselda asegura que la desesperación ha sido tal que han recurrido a organismos como Derechos Humanos y la Procuraduría de la Defensa del Menor pero al día de hoy su petición no ha hecho eco.

Incluso, añadió, han intentado recuperar al menor con el apoyo de la fuerza pública, pero el resultado ha sido el mismo.

“Ha sido muy difícil para ellos tener que superar a su hijo, el que la autoridad les quitó desde un principio. Yo sé que los padres quisiéramos siempre ayudar, pero tenemos que dejar ir a los hijos que enfrenten sus responsabilidades. Que no se le olvide a ella que es solo la abuela y siempre será la abuela”, expresó.

Contrario a lo que pensaron, la resolución a su favor, en vez de facilitar las cosas, las complicó más, pues la abuela materna adoptó una actitud más hostil y desde hace dos meses y medio ya ni siquiera acudió a las visitas en la casa de convivencia.

Argumentado enfermedad o cualquier otra justificación, la mujer ha impedido que los padres vean a su propio hijo.

“La mujer no se presenta: va mi hijo, mi nuera y mi esposo a la visita y no se presenta. La abogada de ahí solo levantan un parte, un oficio y es todo. Ahorita simplemente ya no dice nada, ya no se presenta. Al niño ya tenían como dos meses y medio sin verlo”, mencionó la mujer.

El próximo 27 de noviembre, el producto del amor entre Jorge y Tania cumplirá cuatro años de edad. Para celebrar su nacimiento, la abuela paterna solo tiene un deseo en mente: que regrese a casa con sus padres.

Y desde lo más profundo de su corazón pide a los involucrados empatía y consideración para una pareja no ha tenido descaso emocional desde 2018.

“Mi petición es que ya se compadezcan de ellos, que ya den una resolución. Les quiero decir que entre más crezca va a ser más doloroso para el niño también y para los padres.

“Quiero que les de una oportunidad de vida a Jorge y Tania, porque todos tenemos derecho a la oportunidad de ser padres. Que los dejen que ellos demuestren que pueden”, puntualizó.