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Reconocen riesgos y prácticas de salud durante la pandemia

Desarrollo
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Investigación de la UANL analiza percepción de riesgo para reducir daños causados por COVID-19

Por Eduardo Rodríguez Palacios  

Monterrey, México, UANL (Punto U).- El miedo a no volver a ver a un familiar enfermo por coronavirus, el apostar como medida de protección al discurso religioso y la dificultad de prescindir de los rituales de velación fueron algunos de los hallazgos de una investigación de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Se trata del estudio “Percepción del riesgo, representaciones sociales y prácticas comunitarias ante la pandemia del COVID-19”, el cual se realizó de mayo a septiembre de este año en comunidades de Nuevo León, Chiapas y Yucatán.

“El objetivo del proyecto fue conocer la percepción del riesgo de las poblaciones y las prácticas que han implementado durante la pandemia para reducir los daños de la crisis provocada por el coronavirus, tomando en cuenta las características sociales, culturales y las interacciones que también mantienen estos grupos poblacionales con las autoridades políticas y sanitarias”, explica la investigadora de la UANL Sandra Elizabet Mancinas Espinoza.

Realizan intervención en el Cerro de la Campana

En el caso de Nuevo León, la intervención la hizo el Instituto de Investigaciones Sociales (IINSO) de la UANL, en el Cerro de la Campana, en el municipio de Monterrey. Durante cinco meses, se montó un módulo en donde se brindó asistencia médica y social a alrededor de 300 ciudadanos de la zona.

Atendieron a personas con COVID-19 y gente con padecimientos como diabetes o hipertensión, por mencionar solo algunos. Asimismo, ayudaron a acortar el trámite burocrático de atención a pacientes que no tenían coronavirus, sin embargo, era necesaria su asistencia en un hospital de la localidad, pero pudieron recibirlos.

El miedo a no volver a encontrarse

Una de las cuestiones que más demora la atención hospitalaria es el miedo, ya que tanto a la familia como al paciente que tiene COVID-19 lo primero que les preocupa es el no volver a verse cuando el enfermo ingrese al hospital.

“Esta demora hace que las personas que requieren de atención hospitalaria lleguen con una complicación mayor. Algo importante que se debe saber es que hay manejo domiciliario con el apoyo de concentradores de oxígeno siempre y cuando la oxigenación de la persona no baje de 85%”, detalla la también profesora del IINSO.

De acuerdo con Mancinas Espinoza, el acompañamiento de un familiar con el paciente cuando llega la ambulancia por él puede ser una opción para reducir el miedo.

Algo que se pudo observar en la intervención del estudio es que uno de los momentos más difíciles para la familia es cuando arriba la ambulancia por la persona con coronavirus, ya que desde ahí se pierde el contacto.

Un dato que debe saber la ciudadanía, puntualiza la especialista en políticas sociales, es que la familia sí puede tener contacto en el hospital con el paciente enfermo por COVID-19, solo que por medio de la tecnología. Esto se realiza a través de dispositivos como tabletas y celulares. Y en algunos nosocomios, se han habilitado salas para realizar visitas virtuales.

Otros de los puntos importantes es que los familiares tienen derecho al reconocimiento del cuerpo. Si en dado caso, la gente desconoce todo esto, el encargado de informar sobre ello es el personal de trabajo social del hospital.

El discurso religioso como medida de protección

Al inicio de la pandemia en México, la población creía que, por el hecho de ser un país humanitario y religioso, esto iba a reducir los efectos de la enfermedad o que la nación tendría protección.

Conforme fueron aumentando los contagios, se siguió apostando por el pensamiento religioso, pero ahora ya de la mano de las medidas de salud correspondientes como el uso del cubrebocas, el lavado de manos y el distanciamiento físico.

Realizan plan de acción comunitario

Los investigadores que colaboraron en el estudio “Percepción del riesgo, representaciones sociales y prácticas comunitarias ante la pandemia del COVID-19” realizaron un plan de acción comunitario que abarcó tres ejes: la comunicación de riesgos, la educación para la salud y la asistencia social. El mismo fue entregado a hospitales, organizaciones y asociaciones para su consulta.

Comunicación de riesgos

Se realizó una serie de materiales de difusión impresos, entre ellos el plan de acción comunitaria, folletos en torno al cuidado de la salud, renta de equipos como los concentradores de oxígeno, qué hacer en caso de que un familiar falleciera, material audiovisual, lonas, entre otros. Además, se hizo una campaña de difusión de radio en Chiapas y Yucatán, en donde los mensajes estaban en maya, tojolabal, tzotzil y español.

Asistencia social

Se hicieron gestiones en unidades de atención de salud para acortar la trayectoria burocrática de personas con padecimientos que requerían atención médica urgente, pero que se demoraban por no ser coronavirus. A esto se le sumó la asistencia humanitaria como la repartición de despensas donadas por organizaciones y asociaciones.

Educación para salud

Se realizaron visitas y consultas domiciliarias en que se ofrecían sesiones informativas a familias e infantes en torno a las prevenciones y cuidados ante el COVID-19, así como talleres con promotoras de la salud en temas de alimentación, ejercicio, entre otros.