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Sanjuana Martínez, la niña que jugaba a ser periodista

Desarrollo
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La egresada de la FCC de la UANL, es ahora la primera mujer en dirigir Notimex

Por Guillermo Jaramillo

Monterrey, México, UANL.- Sanjuana Martínez Montemayor, considerada por Forbes como una de las 50 mujeres más poderosas de México, egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), es la primera mujer en dirigir Notimex, Agencia de Noticias del Estado Mexicano.

 

“Con seis años, mi mamá decía que con cualquier cosa jugaba a entrevistar. Yo escenificaba la profesión; improvisaba cualquier cosa a modo de micrófono. Me importaba mucho tener cuadernos, los diarios, los papeles porque me gustaba mucho escribir. Escribía cuentos, poesía, historias”, relató Martínez.

Quien escucha una historia

En el Campus Mederos de la UANL, Sanjuana habló de su padre y la influencia del seno familiar en su interés periodístico.

“Yo estaba en la Prepa 3, en Colegio Civil, que en el día era la Prepa 1. Siempre supe que quería ser periodista. Me gustaba escribir. Tenía una curiosidad infinita. Cuando la materia de Orientación Vocacional me dio la oportunidad de ver otras opciones para estudiar, me interesó la psicología. Fui a hacer unos exámenes psicométricos a la Facultad de Psicología, y después de una semana me dan los resultados diciéndome que yo tenía todas las cualidades para ser periodista” comentó.

Desde entonces, en el Instituto Técnico Comercial, ubicado en el centro de Monterrey, Sanjuana comprendió quién era ella: una investigadora.

Kafka y Nietzsche aparecieron pronto en la lista de libros de su vida. En casa hacían falta lecturas. La quincena salarial empezó a ser destinada a la literatura y la música.

“Dijo mi madre ‘Hija, ese vicio no te va a llevar a ninguna parte’”, relató, quien años después viajaría a España para continuar su formación profesional. Sus profesores le mostraron otro mundo. Sade, Hesse, Sartre, De Beauvoir, fueron autores que marcaron su adolescencia.

La chica que tomaba el camión en Arteaga

“Siempre fui un bicho raro. Creo que lo sigo siendo. Yo hice dos años de kínder porque quise entrar desde muy niña al kínder. Cuando yo llegaba, la maestra ponía a colorear a los niños. Yo le decía que quería problemas, y me ponía matemática. Siempre quise aprender.

“Ya más grande, a mí me interesaban otras cosas. Mientras mis amigas andaban con aquello de salir a pasear, el desarrollo,  y el despertar sexual, yo no era muy afortunada en las relaciones amorosas porque a los hombres no les gustan las mujeres inteligentes”, indicó.

La primera barrera para el estudio fue su familia. Su padre, el hombre advirtió que sólo daría estudio a su hermano, y dejó a Sanjuana y a sus dos hermanas en la orfandad universal. El argumento era que las mujeres, con el paso del tiempo, contraerían matrimonio y el estudio quedaría en segundo plano.

Martínez se graduó en el ITC, pagó sus estudios universitarios al asistir a la escuela de noche. Pocas figuras femeninas existían en el mundo del periodismo, pero Sanjuana ya comenzaba a coleccionar su acervo de Proceso.

Cuando se graduó en 1988 de la FCC, Martínez leía a Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, contaba con referentes de líderes sociales como Rosario Ibarra de Piedra. En filosofía gustaba mucho de Hanna Arendt. Tenía muy en claro que ella sería una periodista de escritura, no de figura.

Durante gran parte de los años noventa, los espectáculos o sociales eran ocupados por las mujeres. A Sanjuana no le interesaba esto, pero al llegar a El Diario Monterrey, hoy Milenio Diario, no se le asignó nota diaria.

“Me mandaron a cubrir espectáculos. Recuerdo que una de mis primeras conferencias fue con Pili y Mili”, dijo. Diariamente acudía a la oficina de José de la Luz, quien era encargado de la mesa de asignaciones en El Diario, en busca de algún quehacer distinto.

Las buenas fuentes estaban destinadas a los hombres, en aquellos días Gobierno del Estado era la más asediada. Educación, cultura y salud estaban destinadas a las mujeres.

Durante un año ofreció a la redacción diversos temas de interés. Publicó los tratos que recibían los internos del primer manicomio en Monterrey. Éste se ubicó en el Parque España, en donde Sanjuana ingresó con cámara en mano sin que alguien se percatara.

“La nota fue publicada en El Diario, y fue en la sección de cultura, porque yo no podía publicar en locales” recordó la directora de Notimex.

“La ciudad es suya”

Después de ocho meses de trabajar sin sueldo, Jorge Villegas, director del diario en ese tiempo, la llamó

“Me preguntó si yo quería trabajar en serio ya con ellos, me pidió dejar el banco”, indicó. Martínez dividía su día, por la tarde en El Diario, y por la noche sus estudios en Comunicación.

“Un día el señor De la Luz me dijo que me tenía mi fuente ‘la ciudad es suya’.

“En ese momento empecé a patear la ciudad y comencé a llegar a los movimientos sociales y mi vida se dirigió al periodismo social”, informó.

Protestas por el cierre de Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey; desaparecidos de la guerra sucia con Rosario Ibarra de Piedra; enfermeras del ISSSTE en huelga. Estas luchas se dieron en la calle, y Sanjuana era parte de ellas. Al ver su condición de mujer, los líderes se manifestaron de buena forma y dieron nota.

Más tarde, Sanjuana solicitó a Salvador Hernández cubrir la nota roja. Aquellos años regiomontanos no eran tan salvajes como hoy en día: ebrios, travestis ultrajados, atacados con arma blanca, la zona de tolerancia era su fuente diaria. Fue así como se familiarizó con las trabajadoras sexuales.

“Allá iba yo arriba de las ambulancias, de las granaderas de policías. Entrábamos a zonas como La Risca, La Coyotera; cuando Gilberto Marcos entró a La Coyotera con helicópteros y más parafernalia, yo le dije que así no iba a ser bien recibido por los vecinos.

“He ido a La Coyotera con Abel Quiroga a repartir condones, y he podido recuperar algunos personajes del pasado que siguen ahí”, recordó.

Corrupción de funcionarios públicos, la nota roja y más temas de los que nadie quiere escribir la llevaron a ser considerada como la periodista más completa de su generación. Formó parte del equipo de reporteros de Buenos Días, con Gilberto Marcos hasta que emigró a Madrid para realizar el doctorado.

El viaje

Sanjuana decidió continuar sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid para realizar su doctorado en periodismo político. Sus estudios se intercalaron con la fábrica integrada por inmigrantes de América Latina, Europa del este y África.

“En ese momento empecé haciendo de todo en la fábrica porque tenía que ganarme la vida. Luego me fui a un área donde el trabajo era tan mecánico; metíamos publicidad en sobres, tenías que ponerte tafetán en los dedos o te reventaban. Cada sobre costaba para el trabajador una peseta. Te daban un tiempo limitado, no siempre había trabajo. Iba yo por dos años a España y me quedé 20”, recordó.

Luz en las tinieblas

Martínez siempre fue atraída por lo oculto, particularmente los ambientes sórdidos. Su interés periodístico la llevó años más tarde a encontrar la oportunidad de hablar sobre las víctimas de pederastia, por parte de los sacerdotes de El Vaticano.

“Al llegar al Vaticano era romper la pared, ese cerco que había tan alto para los periodistas y saber cuáles eran los entresijos de los chismes palaciegos de la sede San Pedro. Lo más importante de la cobertura de El Vaticano era lo que sucedía en los pasillos, en la Guardia Suiza, que eran los más hermosos del mundo pero que tenían detrás una historia de abusos por parte del clero.

“El Banco Ambrosiano quebró en ese momento. Me tocó una época muy agitada. Se convirtió en ese amasiato entre México y El Vaticano, en matrimonio, gracias a Carlos Salinas de Gortari, que institucionalizó las relaciones entre el estado laico mexicano y El Vaticano, entonces vino otra nueva era. Yo me entero de todo eso cubriendo El Vaticano”, comentó.

Las historias de las víctimas de Marcial Maciel, hombres mayores de sesenta años fueron un jarro de agua fría. La mafia Pedúe, la Guardia Suiza con todos sus secretos, la corrupción del Banco Ambrosiano fueron 500 páginas de su primer libro, La cara oculta del Vaticano, publicado en el 2005.

A más de 20 años de aquellas historias, Martínez mantiene contacto con algunas de sus fuentes.

“El periodista no se debe de olvidar de sus fuentes, porque no son fuentes nada más, son seres humanos. Yo iba viendo su evolución de cómo llegaban destrozados y luego la publicación de sus historias era como un bálsamo y les ayudaba a superar sus tragedias ¿Cómo cronicar el dolor? pues abrazando ese dolor”, contó.

En San Francisco, ciudad a la que considera un santuario para las minorías, conoció la historia del cura pederasta Nicolás Aguilar, quien se estima que ha violado a más de cien niños entre México y Estados Unidos. El Cardenal Roger Mahony y el Cardenal Norberto Rivera en México, se intercambiaban a los curas pederastas para evadir la acción de la justicia.

“Para mí ya no era tan fácil cubrir esa nota. Yo ya era mamá. Me quebraba. Se vale llorar y sufrir con ellos, se vale traumatizarte. La cobertura del narcotráfico, del crimen organizado me ha llevado a años de psicoanálisis, de diván. Uno tiene que cuidarse, no se trata de somatizar todo lo que estás recibiendo, sino también analizarlo. Te convierten en otra persona. Siempre he dicho que creo en Freud y en Dios, en ese orden”, narró.

En el año 2016, Martínez publicó Soy la dueña (Planeta, 2016), una investigación de la figura de Angélica Rivera, ex primera dama. En 2018, salió a la venta su nuevo libro La señora Calderón (Temas de Hoy, 2018).

Sobre su designación por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador, al frente de Notimex, Martínez declaró que su primer reto es convertir el órgano en una verdadera agencia de noticias, y no solamente en un organismo propagandístico de gobierno.

En su carrera, Martínez es acreedora de reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo en México, y el Premio Ortega y Gasset y el Primer Premio Lorenzo Natali, en Europa.